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miércoles, 12 de enero de 2011

 Islandia, Alaska, el Himalaya...y ahora Moscú. Todos lugares considerablemente fríos y apartados de todo lo que sea común o rutinario para ella.

Era el primer Lunes del nuevo año, y Nina seguía caminando sin rumbo por las frías calles moscovitas. Hacía 3 días que lo andaba buscando sin resultado todavía.
Se suponía que Moscú sería un refugio para ella, como una habitación de cuatro paredes que la aislarían de todo contacto social (lo cual no había logrado). El sitio ideal para finalizar sus investigaciones sobre los climas fríos y la vegetación. Sí, otra botánica loca por las plantas.

Se había instalado en pequeño apartamento de Arbatskaya. Estaba viejo, los muelles de la cama rechinaban con cada ligero contacto y el olor a cerrado resultaba insoportable. En fin, tampoco le importaba, era  poco tiempo (por no decir solo 8 h.) el que iba a pasar allí.

Riskmane. Aquí era. El último lugar en el que según sus investigaciones, habían visto a Zannah.
Agarró el pomo y abrió la puerta. Su corazón latía a mil por hora, deseando que estuviera allí, y la cabeza de Nina, solo podía pensar :”Ya tebya lyublyu Zannah”

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