pequeños, pero poco a poco, comenzó a ganar velocidad y altura. Los muelles rechinaban
como implorando clemencia.Ella no cedió.
Fue entonces cuando uno de esos muelles, en un acto de rebeldía justificada, asomó de entre aquel cúmulo de fibras blanquecinas.
En una de sus aproximaciones a tierra,se clavó ese hereje muelle en el pie.
Algo imprevisible,algo ante lo que no sabía como actuar.Se desestabilizó y cayó al suelo.
Sus pupilas se dilataron, y pequeñas lágrimas brotaron de sus ojos. Se encogió sobre si misma y se tapó todo lo que pudo con aquella camiseta raída que le quedaba ahora justo por encima de las rodillas.
Es increíble como por situaciones inesperadas,uno pasa de estar en las nubes a pisar con los pies descalzos la tierra sintiendo la realidad en dosis desorbitadas.
QUE*
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